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Entre libros y fogones.

Crónica III ELACT día 25 abril 2015

Tenía que ser por la mañana, casi a la hora del aperitivo, cuando se celebrara una mesa en la que se analizó la presencia continuada de la cocina en la literatura desde los tiempos más remotos, es decir, desde los mismísimos dioses griegos y los clásicos literarios. Coordinada por Eugenia Pérez Zarauz, completaban el grupo José Francisco Martínez, Leticia Jiménez y Obdulio López (Maese Obdulio para quienes saben de las habituales tertulias del ELACT). Y además contamos con una visita muy especial, la de Mª Dolores García Ayala, una cocinera ciega y apasionada lectora que imparte talleres de cocina para invidentes, y cuya presencia debemos a la colaboración de la ONCE, en una buena muestra de cómo nuestro encuentro va abriéndose a todos los sectores sociales.


Poco a poco fueron degustando el menú literario que habían preparado, José Francisco Martínez empezó por la Prehistoria y la forma en que nuestros primeros antepasados percibían las sensaciones gustativas y sensoriales, para hacer después la pertinente parada en Roma y continuar con la evolución puramente gastronómica en la Historia y en Cartagena, sobre cuyas riquezas alimenticias, antiguas y actuales, se explayó Obdulio López. De la literatura clásica española se fueron encargando Eugenia Pérez y Leticia Jiménez, al tiempo que mostraban ejemplos actuales de obras que tienen en sus páginas una buena propuesta culinaria, hasta el punto de que hay algunas en las que la cocina y sus profesionales se han convertido en los verdaderos protagonistas.


Mª Dolores García nos habló de su paso por el concurso Master Chef, satisfizo unas cuantas curiosidades entre el público y compartió con todos su pasión por la novela Como agua para chocolate, que se extendió luego a otra novela, Afrodita, textos ambos que estimularon tanto sus ganas de disfrutar de la literatura (a través del Braille y de audiolibros) como su afición por los fogones, de los que nos transmitió otras muchas virtudes que a nosotros se nos escapan, tales como los sonidos, fundamentales para ella a la hora de manejar los “tempos” culinarios.



Por supuesto, no faltaron las muestras de la cocina en la novela negra, un auténtico aluvión que se repartieron José Francisco y Leticia, dando buena cuenta del auge de platos y elaboraciones, que incluso han generado la publicación de recetarios recogiendo las excelencias aparecidas en diversas series, como las de los comisarios Brunetti o Montalbano, o el inspector Maigret, sin olvidar a nuestro Pepe Carvalho, posiblemente el mayor gourmet negro que haya tenido la literatura.


Y ya cuando el hambre apretaba de verdad, Mª Dolores puso el colofón leyendo en Braille un par de fragmentos de la novela de Laura Esquivel, demostrando que le pone a la lectura tanta delicadeza como posiblemente le ponga a su cocina. Después le toco a Maese Obdulio hacer frente a las exigencias de unos comensales que disfrutaron con sumo placer de media docena de sus típicos platos.

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