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Así fue la mesa sobre "Otra forma de leer" con ponentes invidentes en el IV ELACT.

LEER CON EL CORAZÓN

Coordinada por Felipa Prétel y gracias a la colaboración de la ONCE, la mañana del sábado se inició con una interesante mesa redonda en la que se habló de otras formas de leer, y en la que intervinieron José Ignacio Garrido, Manuel Arenas, Javier Bernal y María Jesús Cascales. Felipa Prétel pronunció las primeras palabras analizando el incremento de los fondos editoriales destinados a las personas con ceguera, destacando la labor de la ONCE pero destacando también el interés por leer de las personas con deficiencia visual, un interés que es lo que verdaderamente provoca que tengan que mejorarse los recursos para ellos.


Javier Bernal dio a continuación una buena panorámica de cómo los ciegos han ido acercándose a la lectura literaria, gracias a dos hechos fundamentales: el braille y el procesador de textos. El primero, en el siglo XIX, fue el paso inicial para permitir esa lectura sin depender únicamente de la memoria, como llevaba ocurriendo desde siempre, desde el primer ciego literario del que tenemos noticia, Homero. Igualmente agradeció el esfuerzo de las miles de personas que han trabajado para que otros tantos puedan ahora leer, y señaló la importancia de que un punzón y unos puntos de relieve hayan abierto una gran puerta a la imaginación.


Manuel Arenas retomó el hilo y habló de cuestiones más puramente técnicas referidas al braille, incluso de los antecedentes del mismo, allá por el siglo XVIII cuando algunos enciclopedistas empezaron a preocuparse por el acceso a la lectura para las personas ciegas. Compartió con la sala diversas muestras de escrituras en relieve, invitando a los asistentes a cerrar los ojos y tratar de manejarse con esas técnicas de lectura. Finalizó con las últimas modalidades del braille, como el braille computerizado, que ha permitido mejorar también la escritura y el acceso a la información.


María Jesús Cascales ofreció la versión de quien se inició en la escritura de tinta, pues perdió la vista ya en la edad adulta, y contó cómo tuvo que aprender braille ya con treinta años, y por lo tanto con mucha mayor dificultad, precisamente porque sus neuronas ya asumieron en su momento la tinta, mientras que ahora tienen que hacer un proceso de traducción de esa tinta al sistema de puntos. Tanto ella como José Ignacio Garrido hablaron a los asistentes de otros medios de lecto-escritura, medios tiflológicos de audio, lectores de pantalla, que facilitan mucho el trabajo y la vida de los invidentes, aunque también tienen sus inconvenientes, puesto que las voces que leen pueden filtrar un poco el proceso imaginativo.

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